es distinto a las palabras.
A todas las cosas.
Como tú
cuando provocas mi respiración
y te sabes culpable
tratando de elevarme.
Eres distinta
cuando revives mi nombre.
Transformas las luces
que llaman a mi alma
en los faros de un mar
desnudo y tranquilo.
Yo. Silencioso espero
la facilidad de sus olas.
¿Cuándo éstas sombras volverán a tu carne?
Cuando tu cuerpo de mujer
y tu alma de mar
alcen la barca
de mi nombre en tus labios,
me despojaré de libros,
de pólvora vencida
para así llenarme
de las cosas tuyas.
Cuando rescates
los muelles de mi conciencia
y estos viajes
perdidos sobre tu mente,
hallarás tanta luz
y oscuridad juntas
como nunca se vieron
en un mismo deseo.
¿Cuándo éstas sombras volverán a tus olas?
No ves que lloran inútiles
en nuestro cuerpo!
Mareadas en la marea.
Perdidas, rendidas
en esta entrega de fuerzas
donde estalla la vida
y la muerte se muere
entre tus piernas.
Quizás venga la primera luz
sobre el océano
y las mate
como el caballero del crepúsculo
batiendo sobre ellas
sus alas de oro.
No ves que lloran
inútiles en nuestro cuerpo!
¿Qué nos queda esperar?
¿Rezar quizás?
Quizás resurja al despertarse
una de esas aves,
caídas como la lluvia débil
que se sumerge.
Esas pobres
atrapadas en la corriente, quizás..
Quizás hoy levanten su vuelo!
O quizás se alejen
de nosotros para siempre
como las sombras
que de nosotros huyeron.
Sobre el mar
no perduran los pecados.
No perduran las palabras.
Sobre el mar
no perduran las estrellas.
Tránsfugas las cosas
chocan del fuego,
del día, de la pasión...
del hielo y la noche
y la frialdad
de las horas heladas.
Adoro la totalidad
de sus cuerpos.
Los adoro
por lo que me hacen sentir.
Cuerpo de mujer,
cuerpo de mar...
yo os amo,
os retengo y os estiro
sobre mi pensamiento.
Los adoro
por sus manías y sus defectos
por que me desesperan
en los dos sentidos
en lo mejor y en lo peor.
Por ello me encanta
mi nombre en tu boca
ya sea en los labios
o bien en las olas…