Existen muchas razones por las que
las personas tienen aventuras. Probablemente tantas razones como personas hay.
Pero generalmente una aventura indica un deseo interno de cambio. Algo en la
vida o relación de la persona no marcha bien y la infidelidad se convierte en
el desencadenante del cambio
La mayoría, ante esta situación, decidimos tirar la toalla, sin pensar en nada, dejándonos llevar por nuestro dolor. Pero analicemos más allá. ¿Para qué sirve el engaño? Para dos cosas: una, darte cuenta que la persona a la que amas y admiras es un ‘picaflor’, por lo cual incluso agradeces el haberte enterado de su traición; y dos, que algo falla en la relación y que hay que cambiar. Muchas mujeres valientes han sabido ver luz tras al final del túnel y han logrado superar con éxito esta difícil prueba de amor. Un arrepentimiento sincero de él, la capacidad de perdonar de ella y una relación basada en la comunicación, les han salvado de un naufragio seguro, con o sin ayuda, reforzando, más si cabe, lo que un día construyeron.
Si consideras que merece la pena luchar por tu relación, sin morir en el intento, lo primero que has de conseguir para que vuelva la armonía a tu hogar, es recuperar la confianza. Algo difícil, pero no imposible. Lo que necesitas es una buena dosis de paciencia y mucha comunicación. El camino es largo, pero la recompensa, en ocasiones, merece la pena.
Canita al aire o
infiel compulsivo
Cuando estamos inmersos en una relación, tácitamente, si no se
especifica lo contrario, exigimos, además de respeto, fidelidad. Éste se
convierte en pilar fundamental para la estabilidad de la pareja. Estamos
enamorados y el sentimiento de posesión se hace patente. Pero, ¿por qué
romper tanta armonía?
Los motivos que nos llevan a la infidelidad son todos los que queramos buscar: porque la monotonía se ha instalado en la relación perdiéndose la pasión en el matrimonio, porque el amor se agotó, por desatención, porque sentirse alagado rejuvenece, porque se esté pasando por una etapa de crisis en la cual se cae en la trampa del deseo fuera del hogar o simplemente porque se es un infiel compulsivo. En fin, excusas para justificar esto de echar una ‘canita al aire’.
Evidentemente que hay infidelidades de las que una pareja no se puede recuperar, como que el cónyuge se líe con tu cuñada, que sea un ‘picha brava’, que sea una aventura larga y premeditada… Pero hay otras que han tenido lugar en un momento de confusión de la relación o en una noche loca, en las que, al menos, se puede volver a intentar, si es que hay un verdadero sentimiento de arrepentimiento y amor, nada de ocultamientos ni justificaciones. Porque no es lo mismo descubrir una aventura a que te la cuenten.
¿Y qué pasa cuando la infidelidad es virtual? En el pasado solo se consideraba infidelidad cuando había contacto físico y sexual extra-marital. Pero ahora las infidelidades más comunes son las virtuales. Facebook, Twitter y otras redes sociales, chat y foros se han convertido en el caldo de cultivo para este nuevo tipo de ‘cibercuernos’, causantes de numerosas rupturas matrimoniales.
Cuando se pasa por este trance, seguir con la relación como antes es imposible y nada sano. Pero con confianza, madurez, intimidad y compenetración entre los dos implicados se puede construir una nueva relación más reforzada, si cabe, que la anterior.
Los motivos que nos llevan a la infidelidad son todos los que queramos buscar: porque la monotonía se ha instalado en la relación perdiéndose la pasión en el matrimonio, porque el amor se agotó, por desatención, porque sentirse alagado rejuvenece, porque se esté pasando por una etapa de crisis en la cual se cae en la trampa del deseo fuera del hogar o simplemente porque se es un infiel compulsivo. En fin, excusas para justificar esto de echar una ‘canita al aire’.
Evidentemente que hay infidelidades de las que una pareja no se puede recuperar, como que el cónyuge se líe con tu cuñada, que sea un ‘picha brava’, que sea una aventura larga y premeditada… Pero hay otras que han tenido lugar en un momento de confusión de la relación o en una noche loca, en las que, al menos, se puede volver a intentar, si es que hay un verdadero sentimiento de arrepentimiento y amor, nada de ocultamientos ni justificaciones. Porque no es lo mismo descubrir una aventura a que te la cuenten.
¿Y qué pasa cuando la infidelidad es virtual? En el pasado solo se consideraba infidelidad cuando había contacto físico y sexual extra-marital. Pero ahora las infidelidades más comunes son las virtuales. Facebook, Twitter y otras redes sociales, chat y foros se han convertido en el caldo de cultivo para este nuevo tipo de ‘cibercuernos’, causantes de numerosas rupturas matrimoniales.
Cuando se pasa por este trance, seguir con la relación como antes es imposible y nada sano. Pero con confianza, madurez, intimidad y compenetración entre los dos implicados se puede construir una nueva relación más reforzada, si cabe, que la anterior.
¡Venganza!
Cuando la infidelidad es descubierta, bien por propia
iniciativa, bien porque nos la cuente nuestra pareja, el mundo que construimos
se desintegra. Los sentimientos de confianza y seguridad emocional, se
transforman automáticamente en inseguridad y falta de credibilidad hacia
el infiel. Perdonar cuando hay amor es fácil, el problema es olvidar. La
desconfianza es el sentimiento que más perdura en el corazón y que más estragos
causa en la relación.
Después del shock inicial aparecen los sentimientos de rabia, ira, enfado… de ¡venganza! Pero cuando se asume lo sucedido, esta idea de pagar con la misma moneda se desvanece y empieza a aflorar emociones de tristeza, confusión e incluso vergüenza ante los demás. Estás perdida en un mar de dudas. No entiendes por qué ha podido pasar algo así y mucho menos cuál es el siguiente paso de la relación, si es que hay algún futuro.
Este viaje por la montaña rusa de los sentimientos, en la que en unos momentos estás arriba para, acto seguido, descender hacia la nada, es lo que se denomina duelo, pues aunque nadie ha fallecido físicamente, sí que ha muerto la confianza, uno de los pilares de la relación.
El duelo es legítimo y absolutamente necesario para poder afrontar el nuevo camino tomando las decisiones correctas. Hay que vivir el dolor para afrontar una situación que ‘a priori’ parece irreparable. Sólo entonces estaremos preparados para decidir si merece la pena o no seguir. Desde la distancia que da el tiempo hay que entender las condiciones que llevaron a la infidelidad, si la relación está construida de una forma profunda y sólida que permita sortear esta dura prueba.
La infidelidad se puede superar. Más del noventa por ciento de las parejas que han pasado por esta situación lo han conseguido, incluso han salido fortalecidas de esta crisis. Pero para que esto ocurra es indispensable que se cumplan tres requisitos:
Que no haya mala intención, burla y desprecio.
Que la pareja o matrimonio haya mantenido un vínculo estable y profundo, basada en el compromiso.
No dejarse influenciar por la opinión de terceros, por lo general de amigas separadas que fueron víctimas de la infidelidad y no tuvieron la capacidad de superarla.
Si eres capaz de mantener la cabeza bien fría, y no dejarte llevar por impulsos o suposiciones, lo conseguirás.
Después del shock inicial aparecen los sentimientos de rabia, ira, enfado… de ¡venganza! Pero cuando se asume lo sucedido, esta idea de pagar con la misma moneda se desvanece y empieza a aflorar emociones de tristeza, confusión e incluso vergüenza ante los demás. Estás perdida en un mar de dudas. No entiendes por qué ha podido pasar algo así y mucho menos cuál es el siguiente paso de la relación, si es que hay algún futuro.
Este viaje por la montaña rusa de los sentimientos, en la que en unos momentos estás arriba para, acto seguido, descender hacia la nada, es lo que se denomina duelo, pues aunque nadie ha fallecido físicamente, sí que ha muerto la confianza, uno de los pilares de la relación.
El duelo es legítimo y absolutamente necesario para poder afrontar el nuevo camino tomando las decisiones correctas. Hay que vivir el dolor para afrontar una situación que ‘a priori’ parece irreparable. Sólo entonces estaremos preparados para decidir si merece la pena o no seguir. Desde la distancia que da el tiempo hay que entender las condiciones que llevaron a la infidelidad, si la relación está construida de una forma profunda y sólida que permita sortear esta dura prueba.
La infidelidad se puede superar. Más del noventa por ciento de las parejas que han pasado por esta situación lo han conseguido, incluso han salido fortalecidas de esta crisis. Pero para que esto ocurra es indispensable que se cumplan tres requisitos:
Que no haya mala intención, burla y desprecio.
Que la pareja o matrimonio haya mantenido un vínculo estable y profundo, basada en el compromiso.
No dejarse influenciar por la opinión de terceros, por lo general de amigas separadas que fueron víctimas de la infidelidad y no tuvieron la capacidad de superarla.
Si eres capaz de mantener la cabeza bien fría, y no dejarte llevar por impulsos o suposiciones, lo conseguirás.
5 reglas de oro
El amor ha de ser la base para superar esta traición y hacer que
cicatricen las heridas. Pero hay que asumir que nada volverá a ser como
antes. Ni mejor ni peor, diferente. Partiendo de esta premisa, estos
consejos podrán ayudarte a reconstruir la relación.
Primero: piensa si quieres seguir con él, no si debes
Tu decisión no debe estar basada en el miedo a quedarte sola, en tus hijos o en la necesidad emocional y económica. Tienes que saber si eres capaz de confiar en él o no. Si le quieres y se merece una segunda (y última) oportunidad. Y, lo más importante, si él está poniendo de su parte para luchar por algo que realmente merece la pena. Para ello, has de dar un paso hacia atrás y analizar fríamente la situación. Si tienes alguna duda, abandonar es lo mejor.
Segundo: la buena comunicación es algo fundamental
Va a ser la varita mágica que te conducirá en tus decisiones. Sé sincera y cuéntale cómo te sientes, a qué tienes miedo, el por qué de tu reacción, tu desilusión, tu dolor, cuáles son tus necesidades… Eso sí, sin reproches ni sacar trapos sucios que puedan enturbiar las conversaciones. Él también deberá ser sincero contigo, aunque duela. Deberá contarte el por qué ocurrió lo que ocurrió (sin tener que dar detalles escabrosos que hurguen en la herida), deberá demostrar arrepentimiento sincero, sin echar cosas en cara, asumir sus propias responsabilidades. La comunicación ha de ser limpia, clara y madura para evitar malos entendimientos que puedan contaminar en un futuro.
Tercero. Saneamiento mental
No se puede recomenzar algo cuando en la mente aún conviven sentimientos de pena, tristeza, desilusión. Hay que echarlos fuera, exteriorizarlos, sanear la mente. Si se otorga un perdón a medias, basado en la resignación, únicamente conseguirás alimentar un rencor que podrá castigar tu relación en pareja. Es como vendar la herida sin curarla. El tiempo, el esfuerzo y el amor, sobre todo hacia ti misma, serán tus aliados.
Cuarto: borrón y cuenta nueva
No sólo hay que perdonar, también hay que olvidar. No dejes que tu imaginación vuele libremente con mil pensamientos negativos. Piensa en lo que te enamoró de él y todos sus atributos que te vuelven loca. Esta segunda oportunidad ha de salir del corazón de una forma desinteresada. Ya que has decidido quedarte, tienes que aprender a eliminar todos esos resentimientos para poder así recuperar la confianza y, por ende, el equilibrio emocional. Si no es mejor romper porque el fracaso a corto plazo está asegurado.
Quinto: no estaría mal una ayuda psicológica
Cuando quieres, pero ves que no puedes, la terapia psicológica te puede ayudar. La infidelidad es uno de los motivos más frecuentes de parejas que piden ayuda en las consultas. Mujeres desilusionadas y hombres arrepentidos llegan a la terapia dispuestos a sortear ese trance y reconstruir la relación. Este paso ya es importante para superar la infidelidad, porque en él se asume que algo ha fallado, pero se quiere plantear batalla para luchar por una vida en común que merece la pena. Cuando se consigue superar esta crisis la pareja descubre que no se conocían lo suficiente. Sus nuevos ‘yos’ que les hace mucho más cómplices y les ‘sala’ la relación. Las crisis son oportunidades de superación y hay que aprovecharlas positivamente.
Primero: piensa si quieres seguir con él, no si debes
Tu decisión no debe estar basada en el miedo a quedarte sola, en tus hijos o en la necesidad emocional y económica. Tienes que saber si eres capaz de confiar en él o no. Si le quieres y se merece una segunda (y última) oportunidad. Y, lo más importante, si él está poniendo de su parte para luchar por algo que realmente merece la pena. Para ello, has de dar un paso hacia atrás y analizar fríamente la situación. Si tienes alguna duda, abandonar es lo mejor.
Segundo: la buena comunicación es algo fundamental
Va a ser la varita mágica que te conducirá en tus decisiones. Sé sincera y cuéntale cómo te sientes, a qué tienes miedo, el por qué de tu reacción, tu desilusión, tu dolor, cuáles son tus necesidades… Eso sí, sin reproches ni sacar trapos sucios que puedan enturbiar las conversaciones. Él también deberá ser sincero contigo, aunque duela. Deberá contarte el por qué ocurrió lo que ocurrió (sin tener que dar detalles escabrosos que hurguen en la herida), deberá demostrar arrepentimiento sincero, sin echar cosas en cara, asumir sus propias responsabilidades. La comunicación ha de ser limpia, clara y madura para evitar malos entendimientos que puedan contaminar en un futuro.
Tercero. Saneamiento mental
No se puede recomenzar algo cuando en la mente aún conviven sentimientos de pena, tristeza, desilusión. Hay que echarlos fuera, exteriorizarlos, sanear la mente. Si se otorga un perdón a medias, basado en la resignación, únicamente conseguirás alimentar un rencor que podrá castigar tu relación en pareja. Es como vendar la herida sin curarla. El tiempo, el esfuerzo y el amor, sobre todo hacia ti misma, serán tus aliados.
Cuarto: borrón y cuenta nueva
No sólo hay que perdonar, también hay que olvidar. No dejes que tu imaginación vuele libremente con mil pensamientos negativos. Piensa en lo que te enamoró de él y todos sus atributos que te vuelven loca. Esta segunda oportunidad ha de salir del corazón de una forma desinteresada. Ya que has decidido quedarte, tienes que aprender a eliminar todos esos resentimientos para poder así recuperar la confianza y, por ende, el equilibrio emocional. Si no es mejor romper porque el fracaso a corto plazo está asegurado.
Quinto: no estaría mal una ayuda psicológica
Cuando quieres, pero ves que no puedes, la terapia psicológica te puede ayudar. La infidelidad es uno de los motivos más frecuentes de parejas que piden ayuda en las consultas. Mujeres desilusionadas y hombres arrepentidos llegan a la terapia dispuestos a sortear ese trance y reconstruir la relación. Este paso ya es importante para superar la infidelidad, porque en él se asume que algo ha fallado, pero se quiere plantear batalla para luchar por una vida en común que merece la pena. Cuando se consigue superar esta crisis la pareja descubre que no se conocían lo suficiente. Sus nuevos ‘yos’ que les hace mucho más cómplices y les ‘sala’ la relación. Las crisis son oportunidades de superación y hay que aprovecharlas positivamente.